Esta mañana, una de mis pupilas (triatlona se hace llamar) me dedicaba una bonitas palabras al acabar su entrenamiento en bicicleta: “cuando iba hacia El Parador me acordaba de ti…” Probablemente su cabeza estaba llena de pensamientos negativos, insultos y otros descalificativos dedicadas al entrenador.
Esto me hace recordar una situación que viví hace unos 7 años, ruta del Faro de Cabo de Gata a San José, con mi hija que tenía por aquellos entonces 10 años: ya no vengo más, decía; camina, decía yo. Cuánto falta, preguntaba: camina, decía yo. Estoy cansada, añadía: cuanto antes llegues, antes descansarás contestaba yo. En un momento de la conversación, levantó la vista y vio a lo lejos el pueblo: vamos rápido papá!!!. En algunas situaciones, muchas, me he preguntado: qué mierda hago yo aquí ? Por qué me he metido en esto? Con lo bien que estaría yo en la playa o en mi casa… Respuesta: estás aquí porque tú has querido estar, así que no te quejes. Mi hija también estaba allí porque ella quiso venir a esa excursión con niños (Erasmus) de otros países.
Y ya que estamos aquí: en una montaña perdida a 28 grados bajo cero, en un sendero infinito o acabando el entreno con el viento en contra, solamente queda una respuesta: camina, pedalea hasta que llegues. Cuando empieces una carrera, deja todos los pensamientos negativos en el coche y lleva contigo solo la motivación que te empuje, la ilusión que te anime y esos pensamientos positivos que te lleven hasta la META.
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